viernes, 11 de diciembre de 2009

Lisboa Seaside Maratona 2009: objetivo cumplido, gran éxito del club



32 horas antes de la maratona de Lisboa 2009. Era la una de la madrugada y algunos componentes del club despedíamos el viernes en una estrecha calle del bonito barrio lisboeta de Chiado, disfrutando de unas caipiriñas entre risas, cachondeo y algo de cansancio. Pero retrocedamos unas horas de tan pintoresca imagen de unos atletas que se disponían a desafiar a los kilómetros y las cuestas de la capital portuguesa. Eran las 10:30 de la mañana del viernes 4 de diciembre cuando 15 componentes del C. A. Chinchilla (13 en la Plaza de La Mancha y 2 en Albacete) montábamos en un microbus que nos conduciría a la Terminal 1 del aeropuerto madrileño de Barajas. Ya comenzó el cachondeo dentro del auto, aunque en ese momento no pensábamos que esa sensación se iba a alargar durante casi cinco días.
A la 17:00 salía nuestro vuelo a Lisboa, aunque se retrasó casi una hora, tras las diferentes vicisitudes a las que nos sometió EasyJet. Hacinados en el autobús o esperando extrañados en las pistas de aterrizaje, aguárdabamos nuestro embarque mientras las maletas estaban acomodadas en las tripas del añorado aeroplano. En 55 minutos desde el despegue ya aterrizábamos en la ciudad lisboeta, aunque con el cambio de hora habíamos retrocedido 5 minutos en el tiempo. Allí estábamos en una tarde ya anochecida: Arturo, Verónica, Manoli, Curro, Juan, Paqui, Susana, María del Mar, Francis, José Ángel, Manolo, Mamen, Multi, Moncho y Cosme.
Lisboa es una preciosa ciudad europea, con cierto aire decadente, de estrechas y antiguas calles portuarias y grandes avenidas en sus contemporáneas reformas. Fueron cinco días de comidas a un precio bastante ajustado, sabrosas y baratas cervezas Sagres, de muy amistoso trato de los lugareños y de escuchar, allá donde íbamos, el sonido del castellano voceado por los numerosos españoles que cruzamos la península a nuestro vecino país. Nuestra estancia en el hotel fue bastante placentera, con un generoso desayuno en altura ante las vistas de las calles de la capital portuguesa. El primer día visitamos uno de los lugares recomendados: la cervecería Trinidade. Construida en el interior del monasterio de los trinitarios, este restaurante hizo honor a su fama, ayudándonos a degustar un excelente "bacalao a brás", amén de otras exquisiteces de la tierra y mar lisboeta. Tras la cena algunos fuimos a visitar, ya a altas horas, el barrio de Chiado, en busca de una buena caipiriña para degustar. La foto es muestra de esta temeridad, apenas 32 horas antes de desafiar a Filípides (y a doblegarlo con mucho éxito me atevo a decir).
El sábado, tras degustar el ya nombrado desayuno, y con una meteorología bastante adversa (lluvia y viento) fuimos a recoger los dorsales de los 14 que íbamos a participar en alguna de las tres pruebas del domingo (maratón, media maratón y 6 kms). Ya comprobamos en la expo maratón que Lisboa no era París. Evidente, además de que ya íbamos avisados por la escasa participación (1.300 frente a 32.000). Aunque algunos le sacaron partido a la pequeña exposición, llevándose un buen masaje en el cuello. Efectivamente, cuando Manolo recibió tan valioso manoseo en el cuello, ya sabía que iba a acabar la maratón. Un día cargado de hidratos... y de buena cerveza. Nada nuevo. Algunos hacían turismo, mientras otros nos encomendábamos a los hados de la naturaleza para sobrevivir al evento que en escasas horas tendría lugar sobre las calles que pateábamos.
Eran las 7 de la mañana del domingo cuando aguardábamos algunos a que abrieran el restaurante para el desayuno. El miedo comenzó a subirme de pies a cabeza. No me entraba nada, y el estómago me estaba jugando una mala pasada fruto de los nervios pre-maratonianos. El humor, que nunca faltó, sino que fue muy abundante en los 5 días de experiencia, nos hizo de terapia en esos momentos antes de la prueba. Manolo, Multi, José Ángel y un servidor (Cosme), en compañía de los/las que afrontarían la prueba de 6 kms, acompañados además de la gran reportera, Mamen, cogíamos el metro camino del Estadio Primero de Mayo. Los que iban a competir la media maratón, Manoli, Curro, Moncho y Juan, aguardaban algo más (su salida era a la 10:30 de la zona baja de Lisboa). Aunque eso sí, Juan salió a despedirnos en pijama a la boca de metro. Ya veíamos el ambiente maratoniano, cuando dejamos nuestras pertenencias en manos de los colaboradores de la organización, echamos la meadita del miedo, y calentábamos, planificando nuestra estrategia. Lo cierto es que salió casi a la perfección, dadas las circunstancias meteorológicas (el fuerte viento) y del recorrido (sinuoso, con cuestas y a veces un poco anodino).
Los primeros en salir fuimos los maratonianos, a las 9:05. Primer fallo de la organización. Antes de salir a las calles lisboetas dimos vuelta y media a la pista de atletismo. ¿Es que nadie de la organización ha corrido alguna vez? Los primeros evidentemente perdieron unos segundos esperando a que los últimos completaran la primera vuelta. A las 9:20 tomaron la salida los que disputaron la carrera de 6 kms. La llamada "corrida familiar" era una prueba no competitiva, sin chip. Susana, Mª Mar, Paqui, Arturo, Verónica y Francis llegaron de dos grupetos, disfrutando y recibiendo una merecida medalla. Cuando ellos llegaron, nosotros apenas llevábamos 9-10 kms. El recorrido de la maratón puede dividirse prefectamente en 3 partes. La primera, de unos 15 kilómetros, es un tortuoso rompepiernas por las avenidas de la zona alta de Lisboa. Pasamos junto a la Universidad de Lisboa y ante el Estadio del Benfica (Estadio de la Luz). Un tramo bastante feo y con escasa/nula animación. Al pasar por el kilómetro 15 hicimos un descenso hasta la media maratón. Nos dio tiempo a recuperar, no sólo por la orografía, sino porque pasamos seguramente por la parte más bonita de la carrera: la plaza del Marqués de Pombal, el Rossio y la Plaza del Comercio. Tras superar la media maratón (los cuatro la pasamos en 1:56:30, a 5:31min/km), pasamos a la segunda parte, 16 kilómetros totalmente llanos, paralelos al puerto, peron donde tuvimos que sufrir el fuerte viento. El principio del llano fue también la parte más emotiva, pues nos esperaba Mamen con la cámara, y casi al mismo comenzar nos cruzamos con nuestros compañeros de la media. Cuando divisamos a Manoli, Curro, Moncho y Juan, gritamos, saludamos, nos fotografiaron y reimos durante un rato. Nos dieron fuerzas, animaron nuestros corazones, y olvidamos momentáneamente las penurias de 23 kilómetros ya recorridos. Entonces ellos llevaban ya más de 9 kms. Viento racheado en contra hasta el kilómetro 27 cuando pasamos cerca del monumento a los descubridores. Media vuelta, y 10 kilómetros con el viento a favor hasta el kilómetro 37, allí donde hace 11 años se ubicó la Expo Universal de 1998. Mis kilómetros más rápidos fueron sin duda entre el 17-32, donde mantuvimos un ritmo de 5:15-5:25 durante todo el tiempo. Incluso nos permitimos bajar a 4:55 en uno de ellos. En el km 27 Manolo abandonó el grupeto, contento por aguantar tanto tiempo con nosotros a pesar de su escasa (escasísima diría yo) preparación. Apenas 6 semanas a 25-35 kms a la semana. Impresionante. En el km 30 Multi también nos dejó, y siguió a un ritmo más cómodo. Dos kilómetros después, yo también habría abandonado a Jose, pero éste prefirió (le estoy muy agradecido por ello), sacrificar varios minutos de su tiempo, para ayudarme a superar los últimos 10 kilómetros. Tuve un bajón anímico en el kilómetro 32. No fue el famoso muro, pues apenas bajamos el ritmo... pero sí psicológico. He dicho tres partes... y es que ahora venía la más dura: unos cinco últimos kilómetros se subida hasta la meta y el tartán del Estadio Primero de Mayo. En ese momento nuestros compañeros de la media habían llegado en 1:45 Manoli, Curro y Moncho y apenas tres minutos después Juan. Manoli coniguió un pedazo de tercer puesto en su categoría, recompensado con una copa cuyo tamaño no hacía honor -ni mucho menos- al mérito conseguido y a la gran atleta que es ella. Yo entonces estaba en lo mío: el sufrimiento. Apoyado en Jose Ángel subí las cuestas con la cabeza gacha, apretando los dientes y nunca bajando de 6min/km. A unos 400 metros de la meta vimos a nuestros compañeros. Nos animaron, gritaron nuestro nombre, nos hicieron fotos, Jose y yo nos abrazábamos, sonreíamos a pesar del cansancio. Casi lloro de emoción. Habíamos llegado... sólo faltaba que nuestro corazón pudiera con esos metros finales. Cuando entrábamos en el Estadio ponía 3:56... levantábamos los brazos, Curro nos fotografíaba en la recta final... 3:57:07. Abrazados y sonriendo, nos felicitábamos por haber sobrevivido a esta dura prueba donde el recorrido nos tendió una trampa. Multi llegaba apenas 5 minutos después de nosotros, con un crono de 4:03, y Manolo con 4:08 cerraba la participación maratoniana del club, emocianado, exaltado y más feliz que nadie. Cuando lo vimos Jose y yo, nos abrazamos de la emoción y la felicidad de vernos allí, cuatro horas después de comenzar nuestra aventura, sanos y salvos. Cansados... pero felices.
Nos hicimos muchas fotos, cada uno con su medalla. 14 medallas nos trajimos de Lisboa y una copa que hacía alusión al tercer puesto de Manoli. ¡¡¡Qué más pedir!!! Bueno, quizás una mejor gestión de la organización del evento, que centrado en la maratón, abandonó un poco al resto de participantes que en suma eran más que nosotros. Finalizaron 1.151 en la maratón, 1.150 en la media y unas 400 personas en la carrera de 6 kms. De ellos 14 eran de Chinchilla y dejaron una imborrable huella en Lisboa. En Lisboa... pero también en nuestros respectivos recuerdos. Fotos y más fotos durante los siguientes días. Paseos, visitas, risas, cachondeo... redondearon unos inolvidables días. Irrepetibles....