Chema cumple. Siempre lo hace porque lo da todo. Cuando no saca más resultado es porque no puede dar más. Hoy, 22 de agosto de 2009 se ha dejado las piernas en el asfalto berlinés y ha conseguido un magnífico octavo puesto (finalista) con un gran sprint final y con un tiempo respetabla, 2:14:02. Pero esta vez Chema no ha confundido el arrojo y la valentía con la locura, como en Pekín cuando siguió a los africanos hasta el kilómetro 17. Esta vez se quedó en un grupo secundario para marcar los primeros 10 kms en 3:05-3:10, los 25 kms siguientes en torno a 3:12-3:15, y los últimos 7 a 3:10. Resultado: ha escalado 40 puestos entre el kilómetro 5 y el 42.
El marathon, actualmente, es cosa de africanos. No se les puede vencer. Hace unos años no conseguían vencer en carreras tácticas. Pero ya se han olvidado de eso. Saben que imprimir, como han hecho, un ritmo de 2:58 en los primeros 10 kms es quedarse solos, o reventar al valiente no africano que los siga (como le ha pasado a Dos Santos). Incluso entre ellos mismos se sacan la guadaña. Los keniatas se han cargado a los etiopes, éstos a los tanzanos, y los ugandeses han perdido todos sus efectivos. Los cuchillos vuelan desde el kilómetro uno y no hay tregua. Ante eso, los europeos apenas pueden esperar hacer más de los que ha hecho nuestro magnífico atleta español. Chema, con 38 años, ha dominado la táctica de la carrera a la perfección dejándose en los últimos kilómetros la piel en arrancar esa magnífica plaza de finalista.
Lo dicho: enhorabuena Chema. Esta tarde me toca a mí intentar bajar de 48 minutos en el 10 kms. Aunque sé que lo tengo difícil. Hay previsto 36 grados de temperatura de máxima, 32-33 al inicio de la carrera, un circuito rompepiernas y el callejeo pueden impedirlo. Pero entonces me acordaré de esa garra que Chema tiene, e intentaré sacar las fuerzas para arrebatar ese número ocho de la segunda cifra y poner un siete.
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