martes, 12 de mayo de 2009

Pensándolo fríamente...


Pensándolo fríamente... 1:45 no está tan mal. He conseguido rebajar un minuto de la media marathon de Santa Pola, y en un pinchazo evidente que tuve de fuerzas, aún he conseguido mantener un ritmo debajo de 5 min/km. Un logro que hace un año ni me lo podía imaginar. Cosas de las exigencias y las ansias de superación...

Lo que sí tengo claro es que sufrí mucho, y es lo peor que me llevo de la carrera. Creo que este deporte, aunque es agónico y de sufridores, también hay que sentirlo y disfrutarlo. Y prácticamente fui los 21.097 metros con la lengua fuera. Y eso no es plan... si las condiciones físicas del momento, el tiempo, o lo que cojones sea no te deja bajar marca, hay que resignarse, disfrutar de la carrera e intentarlo en las 200.000 carreras que me quedan por hacer. Porque si algo tengo claro es que las voy a hacer. Y si bien es verdad que en casi todas las carreras, sobre todo en los primeros kilómetros, siempre me asalta el sentimiento de angustia y sufrimiento, y pasa como un haz de luz el pensamiento de dejar el running, también tengo claro que pocos deportes me han llenado tanto como éste. Mucho tiene que ver aquí los compañeros del C. A. Chinchilla, con los que tengo una estrecha relación, y que me han ayudado a amar este deporte. El cachondeo que llevamos entre nosotros, las cervezas post-carrera y post-entrenamiento, los sanos piques (que yo observo desde la lejanía), los viajes conjuntos que hemos realizado, los cotilleos, etc son estímulos positivos que ayudan a sentirte realizado en una vida que no siempre es tan bonita como a algunos se le presenta. Las sensaciones físicas que experimentas en este deporte agónico, en el kilómetro 20 (o en el 41), subiendo las cuestas de Elche de la Sierra, llegando al arco de la Plaza de Chinchilla, superando tus previsiones en un sprint , seguir la estela de alguien que pesa 20 kilos menos que tú y que apenas puede sacarte un metro... ese suspiro final al pisar la alfombra de cronometraje, mientras miras el tiempo del reloj y te llevas la mano a los riñones, con el pensamiento puesto en los tantos kilómetros que has recorrido, y clamando un ¡¡lo he conseguido!! En fin... son sentimientos que sólo los que lo experimentan pueden apreciarlos.

Total, que pensándolo fríamente, es sólo una carrera más. No oculto que me sentí frustrado y decepcionado por no poder bajar, aunque sea en unos segundos la marca de Villarrobledo. Pero visto lo visto, que incluso los keniatas de la foto de arriba no pudieron igualar su marca (hicieron casi dos minutos más) ¿Quién soy yo para superar a un keniata de piernas largas? Pues eso... a seguir adelante, descansar músculos, y reponernos para la siguiente carrera. A sufrir, a apretar los dientes y, sobre todo, a disfrutar con los compañeros y amigos...

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