Repito la misma imagen que el año pasado en este blog porque me parece más que significativa. En la fotografía se aprecia el gran desnivel que hay que superar en la subida a la aldea de los Villares, cuando todavía quedaban más de tres kilómetros para llegar a la meta de Elche de la Sierra, una localidad enclavada en las primeras estribaciones de la Sierra del Segura de Albacete. Además, nos quedaban unos tres kilómetros nada cómodos y para mí los peores.
El título de la entrada en este blog es la transcripción exacta de mis pensamientos cuando llegué a meta junto con Ovidio y Paco. Pero retrocedamos un par de horas. Antonio, Uge, Miguel Ángel y yo llegamos casi a las 16:00 a la recogida de dorsales. Allí nos encontramos con las máquinas: Mariano y Patri que hacían lo propio. Mariano se me acerca y me dice que está un poco enfermo, que va a salir a tope pero que siempre se le da mal la carrera... ¡¡¡Bendita enfermedad!!! Una hora justa se clavo el amigo. ¡¡¡Qué máquina!!! De Patri ya ni hablo, que con el puesto 13, a este tío le vamos a tener que poner una cláusula de rescisión que ni el Messi. José Ángel otro que tal baila, que está muy mal, que no sabe qué va a hacer... y se mete 1:05. Se nota quién está preparado para esto del running y quién (como yo) forzamos nuestro organismo a hacer algo para lo que no tenemos cuerpo. Menos mal que los hados de la naturaleza me dotaron de una eterna capacidad de sufrimiento, y yo agacho la cabeza y tiro para adelante... como los de Alicante. En fin... volvimos al coche a cambiarnos y colocarnos el dorsal en la camiseta, a echarnos las cremas en las pelotas y en los pezones (que si no estuviéramos rodeados de atletas pensaría que estamos en una peli de estas guarras, y además con sólo tíos), y a calentar durante unos breves 10 minutos antes de colocarnos en la línea de meta. Otra vez estábamos allí, un año después, comenzábamos el Circuito de Carreras Populares de Albacete en la serrana localidad de Elche de la Sierra con los 14,4 kms más incómodos de la temporada.
Esta vez no sonó el disparo. Pero aquí nadie sabe eso de "Correr es de cobardes", y más bien se utiliza otra frase popular (y un poco barriobajera) como es "maricón el último". Salimos escopetados por las calles de Elche, dimos un primer kilómetro de visita turística por el pueblo, para después bajar durante casi dos kilómetros hasta un arroyo. Ahí empezó el calvario, las duras rampas del Puerto Lope. Más de dos kilómetros de subida, coronados por otro kilómetro y medio aproximadamente de toboganes. Era insufrible, inacabables esas rampas. Tiraba de cuádriceps, de gemelos, para arriba, para arriba... no llegábamos. Cuando creíamos que terminábamos empiezan esos toboganes anteriormente citados. Pero por fin comenzamos a bajar, dos kilómetros picando para abajo que me salieron a 4:25 de media. Allí pillé a Ovidio (Obi Wan Kenobi) y a su cuñado Paco. Con ellos ya fui hasta meta. En el kilómetro nueve, justo cuando acababa la bajada, empezamos a subir otra rampa de más de medio kilómetro dura, dura. No la recordaba tan dura... esto de la memoria... que por lo visto es selectiva. Otra bajada de kilómetro y medio, la gente tirándose a tumba abierta... pues nada, a seguir. Y llegamos al kilómetro 11, el punto más bajo de la carrera. A partir de ahí sufrimiento máximo. Primero con una rampa extrema en la subida de los villares (la fotografía) de unos 400-500 metros en la que andando irías más rápido. Después algo más de 3 kilómetros de subida, con toboganes, y con los músculos ya destrozados. El final, un sprint en llano durante unos 300 metros, donde recuperas el aliento y dábamos un buen suspiro.
La actuación del equipo... pues de nuevo demostrando que son unos máquinas. Patri con 54 minutos demostrando ser un keniata que se ha pintado de blanco, Javi con 58 minutos y una espléndida forma antes de afrontar su segundo reto maratoniano en Valencia, con una hora justa entraron Diego y Mariano (este último apenas unos segundos después de Diego). ¡¡Qué decir de estos máquinas!! Diego es un portento físico que apenas entrena un poco y se pone como un toro. Y Mariano sobran las palabras... se deja hasta el último aliento en la carrera, por lo que suma a su excelente físico una garra, que ya la quisieran/quisiéramos muchos. José Ángel, cinco minutos después de ellos entraba haciendo un magnífico tiempo. Un crono que se engrandece en tanto en cuanto hace apenas un mes ha comenzado a entrenar tras el largo descanso postmaratoniano. Con 1:07 entraron otros tres máquinas: Colo, Remo y Uge, cerrando el un TopOcho de muy buen nivel. A partir de entonces ya fuimos entrando a goteos. Tomás Pastor entró con 1:09, Miguel Ángel con 1:11, Pedro con 1:12, Antonio (aunque no aparezca en el listado por olvidarse poner el chip) entró con 1:13, dos minutos después (1:15) llegamos Paco, Ovi y un servidor, seguidos muy de cerca por Juan (1:17), y cerraron la participación del club Dionisio Almendros con 1:22 y el sempiterno máquina Juan Manjavacas con 1:24, reservándose para la media maratón de Albacete, cuando él y yo salgamos con Patri y entonces daremos un golpe de mano al TopOcho del club.
Ala! Pues otro año más comenzamos a finales de enero, otra vez en Elche, y otra vez con sufrimiento. La próxima es Balazote, con muchas ausencias (entre ellas probablemente la mía, aunque eso importe poco para el topocho del club), y después un par de semanas de descanso hasta Molinicos, donde habrá que ir a sufrir de nuevo... y todo esto, como dijo Ovidio, por una candelaria...