Con la foto previa a la carrera, a unos metros del arco de llegada (que no de salida), comienzo esta nueva entrada. La carrera finalmente no era de 5 kilómetros, sino de 5.600 metros, lo que no evitó el plan inicial. Bueno... cada uno llevábamos un plan: Curro quería subir al podium y ganar a Pérez Pena, ganador en esta carrera en su categoría los últimos tres años. Manoli iba a atacar el primer puesto en su categoría, a rondar los 4:20 min/km y quedar entre las cinco primeras féminas. En mi caso quería seguir a Manoli hasta el kilómetro dos, bajar después el ritmo un poco para hacer el último mil en torno a 4:15 e intentar que la media me saliera por debajo de 4:30. Arturo iba a comprobar cómo podía recuperar la velocidad tras su lesión de rodilla. Mar y Verónica querían volver a correr en una competición sin agobios y terminar con buenas sensaciones. Y todos cumplimos, y además de manera bastante holgada.
Pero comencemos por el principio. Las siete de la la mañana era muy temprano, y levantarse un día de fiesta a las seis y cuarto era muy duro. Y así lo fue, máxime cuando nos dormimos a más de las dos, previa ingesta de una buena y copiosa cena regada con vino rosado de los Aljibes y finalizada, ya en la madrugada, con un gran cubata. Pero lo hicimos, aunque llegando unos diez minutos tarde a la plaza... para variar. El camino a la murciana localidad de Lorca, a 205 kilómetros de distancia, no se hizo excesivamente largo a pesar de las casi dos horas de trayecto. Llegamos a las 9 de la mañana, pero los tres elementos (Susana, Mar y un servidor) nos metimos por la primera entrada a Lorca, aunque la correcta era la última (en defensa nuestra, no lo sabíamos y Manoli con su furgoneta iba más rápida que Niki Lauda, y la perdimos de vista tras pasar Murcia), así que perdimos casi media hora dando vueltas y vueltas por el pueblo.
Llegamos muy justitos para coger el dorsal. Nos dio tiempo a recogerlo, evacuar, cambiarnos y apenas pudimos calentar durante diez minutos. Además con suspense... pues a cuatro minutos de la disparo inicial nos extrañábamos de la poca gente que había en la salida... ¡¡Claro, es que ahí no era la salida!! Como balas bajamos dos calles abajo donde estaba prevista el inicio de la carrera. yo me coloqué junto a Manoli, en la segunda línea, detrás de Curro que estaba codeándose con los marroquíes. Mientras, a unos metros de nosotros se colocaron Arturo, Mar y Verónica. Susana -que todavía arrastra un resfriado y no pudo correr- se colocó con la cámara en la salida y posteriormente en la llegada para inmortalizar esta carrera. Sin arco de salida, ni nada por el estilo salimos disparados desde una línea trazada con pintura en el suelo. A Curro lo perdimos de vista en 15 segundos. Como he dicho, mi idea era seguir a Manoli hasta el kilómetro dos... y me vi bastante jodido. Cuando llevábamos dos minutos le pregunté "¿Vamos a buen ritmo?" "Sí" me respondió, "a 4:10-4:15", remarcó de manera clara... "Vale, vale..." dije con una voz entrecortada. El kilómetro uno era el único que no estaba marcado (ya nos lo avisaron desde la organización), así que hasta el dos no podía saber el ritmo... pero como existen los Gps (yo me lo dejé en casa para no asustarme con el ritmo en la salida), detrás de nosotros, y tras pitar uno, el chico que lo llevaba dijo "Primer kilómetro en 4:05". Sonreí para adentro (en el exterior mi cara no era de gran alegría) y me dije... así no aguanto cuatro kilómetros más. Cuando íbamos camino del segundo ya iba perdiendo algún metro con Manoli, y en el momento de paso por ese kilómetro ya perdía 4-5 metros con ella. Así que decidí -como dije en un principio- activar el plan de bajar el ritmo del 2-4. Tiempo de paso por el kilómetro dos, 8:20-8:25 (no recuerdo exactamente). Cuando activé ese plan... de repente oigo por detrás "¡Cosme!", alguien toca mi hombro y veo a Arturo Tendero. Pensé, "¡¡perfecto!!" ya tengo compañero. Los kilómetros del 2-4 los pasamos en 9:05, con la idea de apretar en los últimos 1.600 metros... y así lo hicimos. El kilómetro del 4-5 lo pasamos en 4:15 y marcamos ese 5.000 en 21:48 (4:22 min/km), y los últimos 600 metros yo lo pasé a ritmo de 4:10, y Arturo algo más rápido porque entró unos segundos antes que yo. Cuando llegué (24:16 a 4:20 min/km de media) Curro había entrado cinco minutos antes (19:16 a 3:26 min/km), Manoli unos 20 segundos antes (24:02 a 4:17 min/km) y Arturo 10 segundos antes (24:11 a 4:18 min/km). Pero faltaban por llegar dos nuevas féminas, Mar y Verónica en 33 minutos, debajo de 6min/km, con buenas sensaciones... y con sorpresa final: Verónica consiguió un quinto puesto en su categoría que le valió una medalla que celebramos como se merece.
En definitiva, una carrera de bastante nivel, repleta de milleros (se oía en la salida que 5,6 kms se iba a hacer largo), y donde entrar a 4:20 min/km, como hice yo, era entrar el 154 de 250. Curro consiguió ganar a un duro Pérez Pena que le disputó la carrera a cambios de ritmo y al que sólo pudo superar en el sprint final. Curro quedó segundo en su categoría y sólo entró delante de él un marroquí del Club Atletismo de Orihuela. Además marcó un endiablado ritmo de 3:26 min/km que demuestra la gran velocidad de crucero que nuestro campeón atesora. Manoli quedó primera en su categoría y se colocó entre las primeras féminas de la carrera, además bajó de 4:20 min/km, y repitió el ritmo del Cross de la Artillería de Cartagena. Arturo pudo recuperar sus sensaciones tras su lesión de rodilla y en el último kilómetro pudo tirar a un fuerte ritmo que no pude seguir (los últimos 600 metros bajó de 4 min/km). En mi caso cumplí a la perfección mi plan, y además más rápido de lo que pensaba. Fue increible ese primer kilómetro a 4:05, y poder mantener un fuerte ritmo durante más de 4 kilómetros. Mar y Verónica se encontraron muy bien y entraron muy contentas. Además, Arturo ganó uno de los sorteos que hicieron de material deportivo. En su caso, fue una bonita mochila.
Después de recoger los premios nos fuimos al Puerto de Mazarrón para comer y disfrutar de un día de playa. Lástima que la meteorología no acompañó del todo. Hizo una temperatura muy buena (18-20 grados) pero sin sol. Comimos en un restaurante en primera línea de playa, donde encargamos una paella y otros alimentos típicos y no típicos con los que recuperamos fuerzas, incluso de más. Unas tartas excesivamente compactas (unas de queso y otra de chocolate) nos dieron un subidón de azúcar, y nos obligaron a pasear por una de las bahías (¿o era una cala?), bajo un cielo encapotado y la risa estridente de las gaviotas. El sonido y el olor del mar, que sin sol se nos presentaba gris plata ante nuestros ojos, nos fue acompañando en este agradable paseo. La vuelta la hicimos por los puestos que estaban en el paseo marítimo, lo que significa que la hicimos lentamente y con más paradas que un vía crucis. Aún nos quedamos con ganas de pasear, y tras pasar extrañamente por una especie de festival de sevillanas en el Puerto Deportivo de Mazarrón, cogimos el coche y regresamos a la estepa manchega. Muchas horas de viaje, una intensa carrera, y unos agradables paseos marítimos. Nos fuimos muy lejos a correr (es cierto), pero con esta compañía nunca te arrepientes...
1 comentario:
Cosme, me ha encantado tu crónica del viaje. Lo abarca entero. Además lleva un trabajazo periodístico para recortarla en el Foro del club. Vero y yo disfrutamos como enanos y me alegro de ver que todos experimentamos la misma satisfacción.
Puedo aportarte un par de complementos. En sentido decreciente, por tamaño, la entrada de una lengua de mar en la tierra sería Golfo, Ensenada, Bahía y Cala. Esta última no está en el diccionario de la RAE, pero la usan los canarios de Fuerteventura y yo sigo pensando que es la que mejor describe la playa por la que paseamos en Mazarrón.
El otro complemento es peor. Tanto la Vero como yo estamos pasando un mal rato. Algo nos sentó mal y presumimos que fue la paella. Ella está que se va de su ser por arriba y yo por abajo, que no sé qué es peor. Ojalá y Manoli y Curro y María del Mar se hayan librado. Susana y tú recuerdo que os desmarcasteis del menú. Con acierto, si se confirma el origen de nuestro malestar.
Fuerte abrazo, amigos.
Arturo Tendero
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