Estaba mosqueado cuando volvía en el autobús a las 21:30 porque evidentemente ya no me daba tiempo a correr. Como he dicho varias veces el horario de clases este segundo cuatrimestre me impide correr gran parte de la semana, entre la preparación de las clases e impartirlas. Los martes y jueves salgo a las 9 de la mañana de Abarán y llego casi a las 22:00. Los miércoles salgo a la misma hora y llego a las 19:30. El viernes voy por la mañana a la facultad de educación y vuelvo por la tarde a Chinchilla. Como el sábado solemos hacer la tirada larga el viernes por la tarde no salgo. Todo se complica cuando -como en esta semana- el lunes no puedo salir.
Pues evidentemente, 13 horas después de haber salido de casa no apetece salir a correr. Sin embargo... como dice la canción de Sabina, la cabezonería me ha podido. He llegado a las 21:45 y me he puesto las mallas, aunque sea a salir 30 minutos. He hecho dos kilómetros de rodaje tranquilo y en los dos kilómetros de vuelta he hecho un cambio de ritmo (8:20), después he hecho unos 500 metros de ritmo suave y un 500 a tope en 1:52. Por último he subido la cuesta hasta la casa de mis padres (una cuesta extremadamente empinada). Así que he hecho cerca de 5,5 kilómetros y me he quitado el mono. Cosas del veneno running.
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