jueves, 31 de marzo de 2011

Del 30 al 42


Del 30 al 42 y pico. No es una cifra de edad de corredores, a pesar de que gran parte de los runners populares se mueven en este gran periodo cronológico. Me refiero a los últimos 12,195 kilómetros de la maratón. Alguno me ha preguntado ¿Qué sentiste en esos kilómetros? Y la verdad es que los tengo un poco difusos en la mente, tanto en la maratón de París de abril de 2009 como en la maratón de Lisboa de diciembre de 2009. Además la sensación que me ha llegado de ellos en ambas maratones es un poco distinta. Me gustaría repasarlos.

Recuerdo en los dos casos que fueron duros, como no podía ser de una manera. Siempre se dice eso de que es mejor ir de menos a más, etcétera. Pero es inevitable pasarlo mal a nivel muscular, de tendones, de cansancio general y mental cuando llevas dos horas y media (en mi caso 2:45) dándole a las piernas. Pero como digo, fueron distinas. En París tuve un gran fallo de novato. Nos colocamos muy mal en la salida. Aunque llevábamos el dorsal para las 4 horas, mucha gente que iba a acabar en ese tiempo (y mucho más) se colocó con el dorsal de 3:30. De forma que por colocación seguro que salimos cerca del puesto 22.000 de los 30.000 que nos acumulábamos frente al Arco del Triunfo. Los primeros 10 kilómetros fueron desesperantes porque era imposible avanzar, ya que había un muro de personas en torno al globo de las 4 horas que no permitían adelantarlo. Así que pasamos en casi 57 minutos el primer diezmil. A partir de ahí y hasta el 20 se abrió un poco la carretera (fue en el Bois de Vincennes) y nos pusimos a adelantar a gente en zig-zag y con fuertes aceleraciones, haciendo una media de 5:10-5:20 en esos kilómetros. Total, que en el 22 iba agotado. Mis peores kilómetros (se me vino el mundo encima) fueron desde el kilómetro 22 hasta el 30. En ese tramo pensé varias veces en retirarme. Pero una vez pasado ese punto psicológico del 30 (junto a la Torre Eiffel) comencé a pensar en positivo(sólo me quedan 12, sólo me quedan 10, sólo me quedan 5...) e iba equiparando el espacio que me quedaba con rutas conocidas y sencillas mías. "Me queda como de mi casa a la cuesta del escorpión y volver", etc. Fueron kilómetros duros, sobre todo en lo físico, pero no fueron los peores en lo psicológico. En todo caso tengo un recuerdo todavía muy difuso entre el 32 y el 38. Finalmente llegué en 4:01 con mucha alegría, pues si dudaba antes de empezar de que iba a conseguir acabar un maratón, cuando iba por la mitad lo veía todavía más lejos. Llegué el 14.500 más o menos de 29.500 que acabaron.

En cuanto a la maratón de Lisboa, mucho más abierta y con menos gente, pudimos llevar el ritmo que queríamos. El problema aquí fue el perfil. Los primeros 15 kilómetros fueron de rompepiernas. Rampas para arriba y para abajo, nada llano. Una trampa para los gemelos. Entre el 15 y el 20 bajamos un poco. Al contrario que en París, mis mejores momentos psicológicos y físicos fueron entre el 22 y el 32, cuando fuimos paralelos al Tajo. Fueron kilómetros llanos en los que me encontraba muy bien y con ganas. Fueron nuestros kilómetros más rápidos (en torno a 5:20-5:25 más o menos). Pero a partir del 32 me vine abajo. No sé si fue físico o psicológico el bajón... pero comencé a pensar muy en negativo (todavía me quedan 10 kilómetros, todavía me quedan 8...), a lo que se añadió la incertidumbre de los últimos 5 kilómetros que eran todos para arriba, como en el MAPOMA. Yo pensaba que no llegaba, y gracias a la ayuda de José Ángel pude resistirlo. La subida se me hizo más rápido de lo que en un principio imaginaba, porque ya sólo pensaba en que si había llegado al 38 no podía retirarme. Así que aguanté, aguanté, hasta que vi de lejos el Estadio Primero de Mayo, a mi esposa y nuestros compañeros animándonos. Con el subidón de adrenalina llegué a meta. Hecho polvo. 3:57. Los peores momentos, entre el 32-38, con mucha incertidumbre. Llegué el 650 de 1.150 más o menos.

Fueron dos grandes momentos de mi experiencia deportiva. A pesar del sufrimiento de esos kilómetros no lo cambiaría, pues -aún y con todo- el modo en que se resiste a esa experiencia te endurece. Te hace de otra forma. Te convierte en otro corredor.

2 comentarios:

Sosaku Runner dijo...

Esos kms es lo que hace grande a la maratón, el ver la meta cerca, el saber que has hecho esos kms miles de veces, la carrera empieza ahí. El que no haya estado en esos kms no sabe lo que es conocerse a sí mismo. Resistir es vencer.

Anónimo dijo...

Hola Cosme

Tienes razón que a partir de ese momento empieza la carrera de verdad, supongo que cada uno tiene su forma de afrontarlo. Yo divido la carrera mentalmente en tres series de 14 km. El primer tercio, ni te entereas, el segundo ya cuesta un poquillo más, pero se lleva bien y el último tercio... pues apretar los dientes, pero ya queda muy poco: 1/3 de carrera